Al igual que un cuento, una biografía es una “historia”. Este relato
de carácter personal presenta diferentes puntos de vista dependiendo de múltiples
condicionantes. Por ejemplo si decimos simplemente “había una vez…” nuestra imaginación
rememora un sinfín de experiencias y sucesos particulares.
Mi historia, como todas y cada una de las historias conocidas o
desconocidas puede ser contada por los labios de quien la recita, en este caso yo
misma, o por otros labios.
Es complicado hablar de nosotros mismos de forma objetiva.
Intentado ser objetiva, pienso que la
idea más impersonal de mi persona es mi nombre. Me llamo Verónica, para los
amigos Vero o Verito. Actualmente vivo en España donde uno de mis dos pies ha
echado raíces. El otro sigue libre y no sé donde me quiere llevar, pero esto último
forma parte de otra historia que aún no puedo contar…
Tengo algunos años, creo que tantos como para permitirme el lujo de
haber conseguido transformarme en mariposa. Tal vez se pregunten: ¿cuánto
tardan las orugas en convertirse en mariposa? Pues no lo sé. Para un entomólogo
(insectólogo) y/ o experto en mariposas que dudo se llame “mariposologo”, pienso que respondería a esta cuestión que estará condicionado por
la especie, lugar geográfico, etc., etc. Pero no quiero seguir este camino, ya
que bastante tengo con intentar escribir esto.
Bueno volvamos a lo de
convertirse en mariposa. Hace unas pocas semanas y con una sonrisa en la cara
me di cuenta que ya no era la misma. ¿Cómo?
Yo también me pregunté lo mismo ¿Cómo? Y me lo volví a preguntar…
entonces recordé.
Quiero contarles que me gusta mucho recordar es una práctica a veces
fastidiosa porque los recuerdos enredados entre telas de araña no siempre te ayudan a sonreír. A veces los sutiles
tejidos de las fibras enlazan una serie de sucesos que solo te llevan a
esconderte debajo de una cama o detrás de una puerta. Pero cuando la dicha es
buena tintinean miles de campanas con los aromas dulces de tu vida. Entonces te
alegras y sonríes. Esta vez yo sonreí.
Han pasado muchos años desde que deje mi país de nacimiento. Este
otro dato también es importante ya que la mitad de mi persona aun tiene los
referentes allí. Mi recuerdo tiene que ver con dos historias que pienso han
sido determinantes en mi vida. Dos historias que describen el “Chile” que llevo
en la sangre. Cuando digo Chile hablo del país, no de la salsa picante. No es
lo mismo Chile que chile. Yo soy Chilena.
Volvamos a esas dos historias que me recuerdan al chile de mi
sangre. La primera es nocturna y tiene que ver con la oscuridad de
la noche. Se caracteriza por el silencio, la entrega, la nostalgia y la espera. Es un cuento triste que nos
invita a dormir: a dormir del dolor, la injusticia, el miedo y el sufrimiento.
Este nostálgico recuerdo es una conocida canción de cuna… ahora te toca
imaginar…
Como rememoranza oscura, nos impide crecer. Su más peligrosa característica
es la educación en el miedo. “El miedo”,
pose una nobleza única: cuida de nosotros y de nuestra vida. Pero su protección
es a veces tan extrema que nos asfixia y no nos deja vivir, entonces y sin
darnos cuenta, nos transformamos en orugas que se van a dormir…
Es aquí donde viene el segundo recuerdo. Muchos años estamos
dormidos esperando… hasta que un día nos despertamos del letargo y nos sentimos
diferentes. En este momento notamos un cambio…. Hasta podemos ver las cosas
desde otros puntos de vista. Es como si cambiásemos los ojos con las que vemos
la vida. Y entonces entra la luz….
Esta añoranza se sustenta en una canción para niños que cuenta la
metamorfosis entre una oruga y una mariposa. ¿No crees tú que en esta vida hemos
sufrido múltiples metamorfosis y cambios que nos han transformado en seres totalmente
diferentes? Algunos momentos fuimos y somos niños y pensamos que la fantasía y
la realidad se funden solo a través del deseo. Otras veces somos responsables
adultos que emitimos juicios y tenemos ideas claras y concisas tamizadas por nuestros
valores. También somos sabios ancianos que sabemos… y sabemos…. Somos padres,
amigos, maestros, hermanos, hijos, etc. Al fin y al cabo “somos”.
Esta historia es luminosa y nos enseña a crecer. Ya no tenemos miedo
y volamos suavemente sobre nuestras cabezas. Entonces podemos escribir y
mostrar un nuevo cuento que empieza simplemente por la tan conocida frase: “Había una vez una mariposa….”